Pocas obras latinoamericanas han desnudado con tanta crudeza el cuerpo oculto de una ciudad como lo hace Habana Babilonia, también conocida como Habana Babilonia: La cara oculta de las jineteras, del periodista y escritor cubano Amir Valle. Publicado originalmente en 2001 y censurado de inmediato por el régimen cubano, este libro no es una novela, aunque a ratos se lea con el ritmo de una. Es un retrato sin anestesia, sostenido por el periodismo narrativo, de una Habana donde el sexo no es solo comercio, sino supervivencia, dolor, estrategia y condena.
Valle recorre los márgenes más incómodos del paraíso turístico que el Estado cubano ha intentado construir para el mundo exterior. A través de testimonios directos —muchos escalofriantes, todos profundamente humanos— se adentra en la vida de las “jineteras”, mujeres que, como él señala, no ejercen la prostitución por vocación sino por necesidad. Son jóvenes y madres, enfermeras y bailarinas, maestras y estudiantes, que intercambian sus cuerpos por dólares, jabones o simplemente por la promesa de un pasaje fuera de la isla.
Lo estremecedor del libro no es el morbo, sino la precisión con la que Valle desmonta los discursos oficiales. Lejos del panfleto político, Habana Babilonia opta por el testimonio descarnado. Cada historia revela cómo el cuerpo femenino se convierte en territorio de disputa ideológica, económica y emocional. Hay relatos de violencia, sí, pero también de ternura y solidaridad entre mujeres que sobreviven a fuerza de ingenio, resignación o rebeldía.
El lenguaje de Valle es claro, directo y vibrante. Con tono de crónica, pero sensibilidad literaria, logra equilibrar el documento con el estilo. No hay juicio moral, pero sí una clara toma de postura ética: mostrar lo que se oculta. Su mayor logro es darles voz a quienes han sido sistemáticamente silenciadas, caricaturizadas o reducidas a cifras: las mujeres cubanas que venden sexo para subsistir en un país donde el Estado se proclama libertador pero restringe las libertades más básicas.
Lo que también deja en evidencia el libro —y esto lo vuelve aún más provocador— es la hipocresía estructural del sistema cubano. La prostitución, según el discurso oficial, fue erradicada con la revolución. Sin embargo, como Valle documenta, se institucionalizó de otra forma: amparada, vigilada o incluso tolerada por sectores del poder que ven en el turismo sexual una fuente de ingresos disfrazada de exotismo caribeño.
Además de ser un libro valiente, Habana Babilonia es un acto de justicia. Amir Valle se juega no solo el prestigio profesional sino su seguridad personal al publicar esta investigación. El exilio fue el precio que pagó por no guardar silencio. Pero su texto sigue circulando, a pesar de la censura, como una herida que se niega a cerrar. Y es que esta crónica no se limita a Cuba: interpela a cualquier sistema que explote la pobreza y el cuerpo femenino para su beneficio.
Habana Babilonia no es cómodo. No debe serlo. No fue escrito para entretener, sino para sacudir. Leerlo es asomarse a una realidad que muchos prefieren ignorar. Pero también es una invitación urgente a pensar la ciudad, el deseo y el poder desde los márgenes. Porque ahí, en los márgenes, donde la vergüenza pública se vuelve ley privada, donde la dignidad se negocia por un poco de libertad, es donde Valle encontró la verdad más incómoda de su Habana.