Volver es también caminar

Sino peripatético, el libro de Daniel Campos Badilla, no es una novela, ni unas memorias tradicionales. Tampoco es un diario de viaje, aunque transcurre en el trayecto. Es, más bien, una bitácora emocional del retorno. Página a página, lo que se despliega es el relato íntimo de un emigrante que, luego de décadas fuera de su país natal, decide volver. Y lo que encuentra no es una patria idealizada, sino una realidad vibrante, contradictoria, profundamente humana. ¿Cómo se camina por los lugares donde uno fue feliz y ya no es el mismo? ¿Cómo se conversa con los fantasmas del exilio?

Campos Badilla le da forma a esas preguntas con una prosa sensible, lúcida y confesional. En lugar de grandes respuestas, nos regala escenas: un viaje en bus por San José, una tarde en el jardín familiar, una visita al hospital, un curso de baile popular. Cada escena, mínima en apariencia, se convierte en un espejo de su proceso interior. Como si los pasos por las calles del istmo fueran también pasos hacia dentro de sí mismo.

El andar como escritura

Lo que estructura este libro no es la trama, sino el caminar. Cada entrada del diario es un fragmento de tiempo habitado con atención. Lo que lo guía no es la necesidad de llegar, sino la voluntad de observar. Campos Badilla escribe como quien camina lento, con el corazón abierto: viendo a los pájaros, oyendo a las personas en la feria, rememorando el sabor del arroz con mariscos en La Libélula, el terreno familiar en Tárcoles que se vuelve símbolo del arraigo posible.

Brooklyn y San José, Nueva York y Costa Rica, se alternan como escenarios del pasado y del presente. Sin embargo, más que un contraste, el autor teje entre ambos una red de afectos, aromas, dolores y alegrías que lo constituyen como emigrante.

Lo íntimo y lo colectivo

Una de las grandes virtudes de Sino Peripatético es su capacidad de tocar lo íntimo sin caer en el narcisismo. Campos Badilla habla de su familia, de la enfermedad de su padre, de las relaciones amorosas truncas, de las pérdidas, pero siempre desde un lugar generoso, donde el lector puede entrar sin sentirse un intruso.

El desarraigo y la nostalgia aparecen, sí, pero también el humor, el amor, la sensualidad del trópico. Hay momentos especialmente bellos, como cuando describe el jardín de su casa con la mirada de un niño que vuelve a mirar el mundo con asombro. O como cuando confiesa su ternura por las personas mayores que bailan boleros en un salón parroquial, afirmando la vida incluso en su fragilidad.

Además, este retorno no es solo personal: es político, cultural y social. Campos Badilla traza un mapa afectivo de su país, pero no ignora la violencia, la desigualdad, la burocracia, el racismo cotidiano. Hay crítica, pero también esperanza.

Poética de la cercanía

Sino peripatético es un libro cálido, accesible, profundamente humano. Tiene algo de crónica, algo de poema, algo de carta abierta. La prosa, sin ser grandilocuente, está impregnada de belleza. A veces se despliega como haiku; otras, como memoria oral. Hay ritmo, hay pausa, hay oído. Y en todo momento, hay una búsqueda: la de enraizarse sin dejar de caminar.

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