New Ámsterdam: la fragilidad de vivir con fecha de caducidad

 

Leonardo Caparrós construye en New Ámsterdam una novela conmovedora, feroz y a ratos tierna sobre la experiencia de enfermar, el miedo a desaparecer y la obstinación de seguir amando. Lo hace con una escritura de gran fluidez y potencia narrativa, y nos entrega una historia que sacude por su sinceridad brutal.

Diagnóstico precoz: un protagonista con los días contados

Germán Torreblanca recibe el diagnóstico que cambiará su vida para siempre: distrofia muscular de Becker, una enfermedad degenerativa, rara y terminal. Desde ese momento, la novela entra en un espiral de reflexiones sobre la muerte, el cuerpo que se desmorona y el tiempo que se achica. Caparrós nos mete en la cabeza de Germán con una cercanía desarmante. Lo vemos en sus pequeñas rutinas, en la negación, la rebeldía y finalmente en la lucidez cruel de saberse a punto de desaparecer.

La polifonía del adiós

La historia no se sostiene solo en Germán: también se despliega en las voces de Fiorella, su mejor amiga, y Bruno, su pareja. Ambos encarnan distintas formas de lidiar con la pérdida inminente, el enojo, el amor, la impotencia. También aparecen los padres de Germán, con una presencia discreta pero dolorosa. La novela avanza como un rompecabezas narrativo, cruzando voces, cartas, escenas cotidianas y memorias. Esa estructura coral potencia la intensidad emocional sin caer en golpes bajos.

Los que incomodan y lo que se calla

Pero hay algo más en New Ámsterdam, y es la amenaza y acecho constante para el protagonista. Es allí donde aparecen Recavarren, el ejecutivo poderoso y ominoso, cuya presencia pesa desde las sombras; y Sofonías Príncipe, un investigador callejero al servicio de los poderosos, un personaje fascinante: meticuloso, inescrutable, casi una sombra que acecha. Incluso Masterhold, el médico que entrega el diagnóstico, es retratado con distancia y frialdad quirúrgica, como si formara parte de una maquinaria sin afecto.

Un misterio se va develando lentamente detrás de estos personajes: ¿por qué Germán ha sido realmente convocado por Recavarren?, ¿qué papel juega Príncipe en esa intriga mayor?, ¿qué sabe Fiorella que calla? La enfermedad es solo la superficie. En el fondo, New Ámsterdam oculta una red de poder, manipulación y secretos no revelados, que convierten la novela en una suerte de thriller silencioso. La tensión no está solo en el cuerpo enfermo, sino también en las omisiones, en lo que no se cuenta, en lo que los personajes eligen no decirse. Y eso es quizá lo más perturbador.

De Lima a Guyana: una fuga en busca de sentido

La segunda parte de la novela se desplaza geográficamente hacia New Ámsterdam -tras un interesante paso previo por Miami-, una ciudad remota en Guyana. Allí, Germán elige esconderse para morir lejos del dolor de sus padres, lejos de Bruno, lejos de sí. La atmósfera cambia: el paisaje tropical y precario de Guyana contrasta con la rigidez limeña y le da un nuevo espesor a la historia. Germán busca desaparecer sin dejar rastros, pero también encuentra una forma de seguir existiendo a través de cartas, recuerdos y la complicidad de Fiorella.

Un lenguaje limpio para una tragedia sucia

Caparrós escribe con una prosa directa, limpia, de frases precisas y ritmo sostenido. Es un lenguaje cotidiano pero cargado de una sensibilidad punzante. No hay adornos innecesarios. Todo está puesto al servicio de la historia y de los personajes, que respiran verdad. El dolor nunca se explota; se narra.

 

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