La cultura es una estafa: el mapa secreto de nuestras ruinas

Hay libros que se leen como una serie de fogonazos. Otros, como una conversación larga en la madrugada. La cultura es una estafa, de Vera, es ambas cosas. Ensayos, crónicas, recuerdos y una entrevista componen este volumen que más que reunir textos dispersos, traza una autobiografía fragmentada del autor y su generación. Con un estilo veloz, agudo y desbordante de referencias afectivas, Vera ofrece un recorrido emocional por escritores, ciudades y canciones que marcaron la sensibilidad de los que crecimos entre el final de un siglo y el desencanto del siguiente.

Un ensayo como bitácora

Los textos de La cultura es una estafa no buscan explicar, sino dejar huella. Vera no analiza la cultura desde la academia ni desde la solemnidad. Al contrario, sus ensayos son postales urbanas, fragmentos biográficos, homenajes improvisados y, sobre todo, confesiones. En un mismo párrafo puede evocar a Isaac Bashevis Singer en las calles de Surfside y luego deslizar una anécdota personal de precariedad migrante en Miami. Lo que une todo es la voz: un tono íntimo, nostálgico.

El panteón de los descolocados

Uno de los mayores méritos del libro es su capacidad de rescatar figuras desplazadas, de devolverles la potencia subterránea que la cultura oficial les negó o les limó. Copi, por ejemplo, aparece en un retrato fragmentario y deslumbrante, armado de citas, voces y testimonios, como una suerte de santo travesti de la extranjería. Vera no lo analiza, lo escucha. Lo mismo ocurre con Alejandra Pizarnik, cuya figura no queda atrapada en la caricatura adolescente del dolor, sino que resurge como una artista minuciosa, perturbadora y, sí, radical.

Miami no como postal, sino como territorio literario

El libro tiene un eje espacial muy claro: de Buenos Aires a Miami, con escalas sentimentales en París, Nueva York y La Habana. Pero la ciudad que late en cada página es Miami. No la del cliché ni la de los influencers, sino la de los escritores que escriben en los márgenes, los exiliados del lenguaje y del deseo. Vera reivindica a Pedro Medina León, a Andrés Hernández Alende, a Anjanette Delgado, y traza una genealogía emocional de esa literatura “otra”, escrita desde una ciudad que muchos aún se niegan a considerar literaria.

La cultura, ese espejismo

El título del libro no es una pose provocadora: es una declaración de principios. Lo que Vera parece decirnos es que la cultura como industria, como canon, como aparato de prestigio, está agotada. Lo que queda, lo que verdaderamente importa, es otra cosa: las voces que resisten desde los márgenes, la lectura como forma de afecto, la escritura como modo de habitar el exilio, incluso interior.

“Viajero y mirón, mi expresión toma la forma de escenas fugaces”, escribió Copi en su última novela. La cultura es una estafa podría suscribir esa frase como un epígrafe secreto. Porque este libro no intenta instalar ninguna verdad: simplemente nos recuerda que en las escenas fugaces –una calle, un bar, un poema, una canción– es donde todavía podemos encontrar sentido.

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