
“Ámbar”: crecer entre disparos
En las primeras líneas de Ámbar, Nicolás Ferraro nos lanza sin aviso a la ruta, al olor metálico de la sangre, al calor de una toalla empapada en heridas viejas y recientes. Es el padre quien lleva un tatuaje con el nombre de su hija. Es ella quien cuenta, sin rodeos: “Sos mi cicatriz favorita”. Y ya desde ahí entendemos que esta no es una novela sobre lazos familiares convencionales: es una historia de amor desgarrado, salvaje, lleno de plomo y huellas imborrables. Una hija, un padre y un mapa hecho de heridas Ámbar tiene quince años, pero en el mundo de Ferraro eso no significa inocencia ni ternura. Significa