No estamos ni locas ni solas: una polifonía de mujeres en el margen

¿Qué sucede cuando 35 mujeres alzan la voz desde los márgenes de la lengua, el territorio y la memoria? El resultado es #NiLocasNiSolas, una antología valiente y vibrante que recoge la narrativa de escritoras que habitan y escriben en español desde Estados Unidos. Editada por María Mínguez Arias, Maya Piña y Naida Saavedra, esta obra colectiva no sólo traza una cartografía literaria del New Latino Boom, sino que celebra el acto de escribir como resistencia, pertenencia y libertad.

Un manifiesto coral desde la otredad

Desde el comienzo, el libro se enuncia como una respuesta a la doble marginalidad: ser mujer y escribir en español en un país donde ambas condiciones enfrentan silencios estructurales. Saavedra, en el prólogo, lo dice con claridad: “Escribir en español en Estados Unidos es un acto de rebeldía”. Las páginas iniciales son un ensayo encendido, una declaración de principios, una genealogía de mujeres que han decidido no callarse, no adaptarse, no mimetizarse. Y la escritura aparece como salvación y trinchera.

El tono íntimo y reflexivo de los tres prólogos —firmados por las editoras— ofrece no sólo un marco teórico, sino un testimonio emotivo del poder de esta escritura en español como gesto de afirmación. La antología no surge desde una torre de marfil ni desde una editorial corporativa, sino desde los márgenes afectivos, desde lo que Maya Piña llama “un acto de fe” y también un acto de amor por la lengua, por la comunidad y por el oficio literario.

Cuentos que arden, que duelen, que laten

La selección de textos revela una asombrosa diversidad estilística y temática: desde lo íntimo hasta lo político, desde la autoficción hasta la fábula, desde el realismo sucio hasta la experimentación lingüística. Hay cuentos que golpean con fuerza, como “Dolor” de Ena Columbié, donde la voz inocente de una niña nos lanza de cabeza a una escena de abuso con una crudeza sin filtros, una herida que se escribe “para que me cure y me quiera, para que me abrace fuerte y me perdone”.

Otros relatos, como “Ópera prima” de Kianny N. Antigua, combinan humor, ritmo caribeño y crítica social en una narración que se transforma en road trip literario y crónica del desencanto. Hay también belleza en lo cotidiano, como en “La uñas azules de mi abuela” de Noelia Domínguez, donde la ternura y la muerte conviven entre migas de galleta, uñas partidas y silencios de familia.

Y está el testimonio sutil de la dislocación emocional en “Estoy aquí por la ciencia” de Anjanette Delgado, donde una mujer intenta racionalizar el desamor como si fuera experimento científico. Es una narrativa de la pérdida que roza lo alucinatorio y lo profundamente humano.

Cada cuento deja una marca. No hay temas tabú ni voces complacientes. En cambio, hay heridas abiertas, deseos contradictorios, exilios múltiples y una ternura subversiva que atraviesa muchos de los textos.

Esto recién comienza

Este libro no es una antología más. Es una constelación. Un manifiesto literario. Una plataforma de visibilidad. Como señala Maya Piña, “la experiencia escritural también es política”. La antología no sólo invita a leer, también llama a escuchar, a compartir, a construir comunidad.

No todas las piezas tienen la misma fuerza, pero eso también es parte de su encanto: hay exploración, búsqueda, tentativas. Porque #NiLocasNiSolas no pretende cerrar un canon, sino abrir una conversación. Una que nos recuerda que estamos vivas, escribiendo, resistiendo. Una genealogía posible para las que vinieron antes, las que escriben ahora y las que están por venir.

Como diría Márai, citado en el libro: “Solo soy verdaderamente yo mientras pueda traducir mis pensamientos en palabras”. Las autoras de esta antología lo saben bien. Por eso escriben. Porque no están ni locas ni solas. Están juntas. Y están haciendo historia.

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