Tres veces Bogotá: los viajes que cambian la piel

Federico León y León ha escrito una novela intensa, íntima y entrañablemente urbana. Tres veces Bogotá no es solo el retrato emocional de un personaje fragmentado por el tiempo y las decisiones. Es también una delicada exploración de lo que significa volver —a una ciudad, a una historia, a una versión de uno mismo.

Tres viajes, un mismo abismo

La novela se estructura alrededor de tres viajes que Santiago, su protagonista, realiza a Bogotá: en 1996, 2001 y 2006. Tres momentos vitales que marcan no solo su biografía, sino sus modos de entender el mundo. La ciudad es el telón de fondo, pero también el catalizador: cada visita a Bogotá es un espejo donde Santiago se observa con más crudeza y menos certezas.

En 1996 viaja por trabajo, joven y entusiasta, cuando su carrera comienza a despegar. En 2001, vuelve exitoso pero desencantado. Y en 2006, lo hace roto, tras perder su empleo y en medio de un divorcio. Bogotá se mantiene como escenario fijo mientras Santiago se desmorona. El título lo resume con precisión, pero la novela sugiere algo más inquietante: volver nunca es volver igual.

La memoria como territorio en disputa

Uno de los hilos más potentes de la novela es la tensión entre el recuerdo y la verdad. La historia familiar de Santiago está atravesada por silencios, medias verdades y versiones que se contradicen. La figura de la tía Mariana, una presencia que aparece para desestabilizar lo aprendido, abre una grieta en la historia que él creía conocer sobre sus padres.

¿Es mejor conocer la verdad aunque duela? ¿O sostener una ficción que ha funcionado como refugio emocional? León y León plantea estas preguntas sin resolverlas, dejando al lector en esa misma incomodidad que vive su personaje. Hay una escena especialmente reveladora, donde Santiago se enfrenta al recuerdo de una carta que podría confirmar una tragedia familiar —¿asesinato y suicidio? ¿pacto de muerte? ¿accidente?— y decide callar. Porque «¿qué vale más al final: una verdad que destruye o una historia que se va armando para trazar nuevos caminos?»

Santiago: entre el fracaso y la reinvención

Santiago es un personaje entrañable, a pesar de sus errores. Narrado en primera persona, con un lenguaje ágil y reflexivo, su voz tiene la potencia de quien está aprendiendo a leerse a sí mismo con honestidad. Las contradicciones lo habitan: se siente víctima y, a la vez, reconoce su responsabilidad. Se cuenta historias para sobrevivir, como su madre, pero reniega de ello. Busca sentido donde tal vez no lo hay.

La ruptura con Fernanda, su exesposa, y la relación con su hijo Pedro, atraviesan el relato como una búsqueda de redención. Santiago no quiere repetir los errores de sus padres, aunque sospecha que ya lo ha hecho. Su deseo de «comenzar de nuevo» no es ingenuo: nace del derrumbe, no de la esperanza. Y sin embargo, hay algo profundamente luminoso en su necesidad de reconstrucción.

Una novela que respira

Tres veces Bogotá es una novela breve pero cargada de capas. Tiene momentos dolorosos, sí, pero también otros de humor sutil, de ternura familiar, de redescubrimiento. León y León maneja los ritmos con precisión: los capítulos cortos, los diálogos naturales, los recuerdos que aparecen como flashes, todo contribuye a una lectura que se siente auténtica y cercana.

El tono confesional, casi de diario íntimo, no cae en lo melodramático. Por el contrario, está lleno de matices. Y aunque el personaje de Santiago domina la narración, las figuras que lo rodean —Fernanda, su madre, su tía Mariana— no son meros satélites: son voces propias, complejas, que completan el mapa emocional del libro.

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