Tequila: un roadtrip hacia el infierno

En Tequila, el escritor uruguayo Jorge Majfud explora con crudeza y lucidez las heridas de la memoria latinoamericana en Estados Unidos. La novela parte de un roadtrip en el verano de 1998, cuando siete estudiantes universitarios emprenden un viaje de graduados desde la costa atlántica de Florida hasta California. El plan inicial parece una celebración, un mes de carretera, música y descubrimientos en la I-10. Pero pronto, entre tensiones, confesiones y pequeñas traiciones, se van revelando las verdaderas personalidades de cada uno.

La primera gran grieta aparece en Nueva Orleans, tras una noche de excesos. A la mañana siguiente, en la habitación de un motel, descubren que uno de ellos ha sido asesinado. Desde entonces, la aventura se transforma en huida: la culpa, el miedo y una serie de decisiones apresuradas los empujan por el desierto hacia una solución que resultará ilusoria, como todo lo demás.

Guzman y la sombra del exilio

El eje del relato es Guzman Quiñones, un personaje magnético y perturbador. Su desaparición —registrada oficialmente en 2013 pero ocurrida en realidad en 1998— se convierte en un agujero negro que arrastra a los narradores. Guzman es un actor de identidades múltiples, alguien que se inventa y se disfraza de otros para poder existir. Su voz, grabada en veintidós cassettes guardados como reliquias, funciona como testamento, como condena y como rastro de una vida marcada por la marginalidad y el deseo.

Tequila como metáfora

El tequila atraviesa la narración como combustible y como veneno. Aparece en discusiones filosóficas, en rituales de amistad, en heridas emocionales. “El tequila es demasiado fuerte para mí. No sé cómo te puede gustar eso”, dice una voz femenina. “No, no me gusta. Entonces nada, güey”, responde Guzman. La bebida se convierte en metáfora de la experiencia migrante: amarga, ardiente, imposible de asimilar del todo y, sin embargo, necesaria para sobrevivir.

Fragmentos de memoria y violencia

La novela está narrada como un mosaico de voces, discusiones y silencios. Majfud sumerge al lector en conversaciones que bordean lo confesional, lo filosófico y lo brutal. Se habla de machismo, de marxismo, de religión, de la imposibilidad de encontrar una verdad que no sea mito fundador. El viaje en la motorhome funciona también como metáfora del encierro: un grupo de jóvenes atrapados entre la amistad y el crimen, prisioneros de un muerto que los acompaña más como juez que como recuerdo.

La arqueología del recuerdo

Hacia el final, cuando el grupo llega a Los Ángeles, la descomposición es inevitable: “el grupo se fue desmembrando poco a poco, sin promesas y sin despedidas, como si se tratara de actos rutinarios como bajarse de un bus para volver a casa”. La memoria, sugiere Majfud, no se conserva intacta: se fragmenta, se vuelve opaca, brillante o enigmática, y nunca puede recomponerse del todo. Lo que queda es la certeza de que el viaje no fue de Florida a California, sino hacia lo más oscuro de uno mismo.

Una lectura necesaria

Tequila es una novela densa, incómoda y profundamente fascinante. Majfud mezcla existencialismo, crítica política y memoria migrante con una prosa directa, casi oral, que obliga a seguir leyendo. Además de su publicación original en español, Tequila ha sido traducida y publicada también en inglés, lo que amplía su alcance y asegura que sus temas —la violencia, la identidad, la migración— puedan ser leídos en ambas orillas del idioma. Es un libro que permanece en la memoria como un trago fuerte: arde, incomoda, pero no se olvida.

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