Temo que no son buenas las noticias desde La Isla que ahora contaré Lo haré en este espacio virtual abierto a todo el mundo. Es mi relato de la que creo es la verdadera historia de «Inmigración: El Concurso», incluidas las muertes: el terrible accidente que ha dejado conmocionada a la audiencia. Si fuera la persona afectada que no soy, diría que esta narración constituye un homenaje a las víctimas. Lejos está del lacrimógeno programa que acaba de emitir la productora; un especial en el que se han ventilado de forma sensacionalista tanto una serie de escenas de los cuerpos flotando en el mar, como la retransmisión del impacto de la noticia del accidente entrelos familiares de las víctimas. Todo presentado por un profesional al que se contrató con un claro objetivo: hacer que el dolor llegara al otro lado de la pantalla mediante frases recurrentes y lugares comunes,conocidos por su efectividad en los medios masivos. El desenlace ya lo saben: las imágenes del funeral de Estado y la decisión definitiva.
Se trata de una forma de narrar muy alejada de la mía; cobardecomo cuando una ve desde su balcón cómo asesinan al forastero en una ciudad deshabitada, aunque solo observa y calla por temor a que la maten también. Pero ya se sabe que en los medios audiovisuales no se interactúa con el receptor. Eso ha permitido tergiversar las razones que hicieron que se programara en mi sector una últimaprueba que no estaba en el guion y que acabó en tragedia. Ademásde censurar las imágenes del accidente que no eran apropiadas para la cadena; razones e imágenes que yo sí conozco.
Resulta curioso. Después de tantos años trabajando en el sector audiovisual, ahora sería incapaz de narrar esta historia para la pantalla; entre otras cosas, por miedo al control de Silvio Pérez y su ayudante, el realizador Vladimir Lazarovich. Qué otra cosa esperar de unos tipos que se creen con la obligación de supervisarlo todo en sus empresas, como ocurría con las entrevistas, los guiones, las escaletas y las escenas que redactaba para los realities de su todopoderosa productora; siempre a la espera de recibir su aprobación para hacer oír mi voz, cual Sherezade contemporánea. Sin embargo, este blog que hoy inicio no conseguirán supervisarlo. En internet una esdueña de su obra. Aquí usted puede dialogar de primera mano conmigo. Puede mandarme un correo electrónico a verdaderahistoriadeinmigracion@gmail.com si lo desea, aunque, debido al volumen de datos que circula, no son pocas las informaciones que pasan inadvertidas; es probable que eso también suceda con mi web, una gota más en ese océano de datos. Sobre el caso del accidente ya hay cientos de páginas publicadas pese a tratarse de unos hechos tan cerca nos en el tiempo, algunas cargadas de sandeces. No va a importar mucho que yo fuera miembro del equipo de realización, responsable de la edición en la que ocurrió todo y testimonio directo de los hechos; ni que, en cierta medida, fuese partícipe de la tragedia. Pero el sentimiento de culpa que eso me supone y el hecho de que ayer fui incapaz de contar lo acaecido a mi antigua novia, Ingrid, son circunstancias que me causan un dolor que se ha exacerbado al ver el especial de Silvio Pérez de esta noche.
He estado visionando las últimas confesiones de los concursantes, las que tuvieron lugar justo antes del accidente. Lo he hecho en el control de realización de La Isla, ahora desierto, desde donde podíamos observar todo lo que sucedía en el mar gracias al “Ojo de Europa”. He contrastado las imágenes con mis transcripciones previasde aquellos alegatos, y he tratado de entender hasta la última de las palabras que pronunciaron tanto los vivos como los muertos. Si tuviera los derechos de emisión, subiría las imágenes a este espaciopara que juzgaran ustedes mismos, pero pertenecen a la productoradel concurso, y Silvio Pérez bloquearía la página y se querellaría contra mí. Así que durante las próximas noches voy a escribir cada unode aquellos testimonios. He tenido que suplir la experiencia visual con las formas literarias que mejor se adaptan a las confesiones de los concursantes, aunque sé que no se trata ya de sus voces, sino delrecuerdo que sus voces han dejado en mí. Sus voces soy incapaz de reproducirlas, la traducción es imposible. Ni siquiera volviéndolas a visionar las recupero; ni yo ni nadie porque ellos son —o eran—sus únicos dueños. Por tanto, aquí solo encontrarán mi voz. Podríamos decir que se trata de una ficción: la ficción originada al escribir mis impresiones de los últimos alegatos de cada uno de los participantes de mi sector. Empiezo con el Niño.
Extracto de la novela “Malas noticias desde la isla” de Carlos Gámez Pérez publicado por katakana editores, 2018
Disponible aquí
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