
Grandes lagos vacíos: cuentos de agua estancada y heridas abiertas
Desde el primer cuento, Fernando Olszanski deja en claro que no escribe para tranquilizar. Grandes lagos vacíos es un libro habitado por personajes que se mueven entre el desconcierto, el cansancio y la memoria. Migrantes, exiliados, viejos militantes, parejas rotas, adolescentes desorientadas: todos cargan algo que les pesa, aunque no siempre sepan qué es. Las historias transcurren, en su mayoría, en ciudades del Midwest estadounidense, con Chicago como epicentro emocional. Pero más allá del mapa, lo que Olszanski retrata es lo que se agrieta por dentro. Cada cuento abre una fisura distinta, y en lugar de cerrarla, la ilumina. Familia: eso que no termina de armarse Una de las