cronicas

La cultura es una estafa: el mapa secreto de nuestras ruinas

Hay libros que se leen como una serie de fogonazos. Otros, como una conversación larga en la madrugada. La cultura es una estafa, de Vera, es ambas cosas. Ensayos, crónicas, recuerdos y una entrevista componen este volumen que más que reunir textos dispersos, traza una autobiografía fragmentada del autor y su generación. Con un estilo veloz, agudo y desbordante de referencias afectivas, Vera ofrece un recorrido emocional por escritores, ciudades y canciones que marcaron la sensibilidad de los que crecimos entre el final de un siglo y el desencanto del siguiente. Un ensayo como bitácora Los textos de La cultura es una estafa no buscan explicar, sino dejar huella. Vera

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La vida papaya en Nueva York

Por Esteban Miranda   Las ciudades, cuando son la esfinge irresoluble, se tatúan en uno para jamás borrarse. Y uno, si se vuelve digno, no de descifrarlas, pues tal cosa es una quimera, sino de comprenderlas en su misterio, se puede tatuar en ellas. Entonces, es posible que fluir entre gigantes edificios, por calles atestadas de gente presurosa, signifique la epifanía de nuestros tiempos; la trascendencia terrenal que los ancestros intuían en medio de la indómita naturaleza, asentados en valles inconmensurables y resguardados en la profundidad de la selva, sospechando, tal vez, que algún día el residuo de sus visiones se apoderaría de sus hijos para escupirlos en metrópolis como

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Un sueño ardía en la nieve

Luis Rebaza-Solaruz La noche entera llovió. Y llovió la noche entera, a cántaros. Y enlazado a ese arrullo monótono de gato, no faltó el otro ruido. Toda la noche, en la oscuridad: el mismo de todas las noches de las últimas semanas: un martilleo incesante, como el de alguien que se embarcase en una labor titánica: la construcción de una nave del tamaño de una casa o algo así; algún tejido de listones de madera bajo dedos pequeños que se alzan y se desploman sobre las sienes, interminables, como interminable fue la lluvia que caía en la noche. Al amanecer no hubo más lluvia, no hubo más noche. El cielo

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La cultura es una estafa: el mapa secreto de nuestras ruinas

Hay libros que se leen como una serie de fogonazos. Otros, como una conversación larga en la madrugada. La cultura es una estafa, de Vera, es ambas cosas. Ensayos, crónicas, recuerdos y una entrevista componen este volumen que más que reunir textos dispersos, traza una autobiografía fragmentada del autor y su generación. Con un estilo veloz, agudo y desbordante de referencias afectivas, Vera ofrece un recorrido emocional por escritores, ciudades y canciones que marcaron la sensibilidad de los que crecimos entre el final de un siglo y el desencanto del siguiente. Un ensayo como bitácora Los textos de La cultura es una estafa no buscan explicar, sino dejar huella. Vera

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La vida papaya en Nueva York

Por Esteban Miranda   Las ciudades, cuando son la esfinge irresoluble, se tatúan en uno para jamás borrarse. Y uno, si se vuelve digno, no de descifrarlas, pues tal cosa es una quimera, sino de comprenderlas en su misterio, se puede tatuar en ellas. Entonces, es posible que fluir entre gigantes edificios, por calles atestadas de gente presurosa, signifique la epifanía de nuestros tiempos; la trascendencia terrenal que los ancestros intuían en medio de la indómita naturaleza, asentados en valles inconmensurables y resguardados en la profundidad de la selva, sospechando, tal vez, que algún día el residuo de sus visiones se apoderaría de sus hijos para escupirlos en metrópolis como

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Un sueño ardía en la nieve

Luis Rebaza-Solaruz La noche entera llovió. Y llovió la noche entera, a cántaros. Y enlazado a ese arrullo monótono de gato, no faltó el otro ruido. Toda la noche, en la oscuridad: el mismo de todas las noches de las últimas semanas: un martilleo incesante, como el de alguien que se embarcase en una labor titánica: la construcción de una nave del tamaño de una casa o algo así; algún tejido de listones de madera bajo dedos pequeños que se alzan y se desploman sobre las sienes, interminables, como interminable fue la lluvia que caía en la noche. Al amanecer no hubo más lluvia, no hubo más noche. El cielo

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