correo privado

Un sueño ardía en la nieve

Luis Rebaza-Solaruz La noche entera llovió. Y llovió la noche entera, a cántaros. Y enlazado a ese arrullo monótono de gato, no faltó el otro ruido. Toda la noche, en la oscuridad: el mismo de todas las noches de las últimas semanas: un martilleo incesante, como el de alguien que se embarcase en una labor titánica: la construcción de una nave del tamaño de una casa o algo así; algún tejido de listones de madera bajo dedos pequeños que se alzan y se desploman sobre las sienes, interminables, como interminable fue la lluvia que caía en la noche. Al amanecer no hubo más lluvia, no hubo más noche. El cielo

Loading

Continuar »

Un sueño ardía en la nieve

Luis Rebaza-Solaruz La noche entera llovió. Y llovió la noche entera, a cántaros. Y enlazado a ese arrullo monótono de gato, no faltó el otro ruido. Toda la noche, en la oscuridad: el mismo de todas las noches de las últimas semanas: un martilleo incesante, como el de alguien que se embarcase en una labor titánica: la construcción de una nave del tamaño de una casa o algo así; algún tejido de listones de madera bajo dedos pequeños que se alzan y se desploman sobre las sienes, interminables, como interminable fue la lluvia que caía en la noche. Al amanecer no hubo más lluvia, no hubo más noche. El cielo

Loading

Continuar »