Un coro latino en la ciudad del viento
“Subidos a los anchos hombros” no es solo una antología, es un mapa emocional de Chicago trazado por diecisiete escritores en español que, desde el margen, han hecho de esta ciudad un epicentro íntimo y narrativo. Con una mirada plural, esta compilación curada por Fernando Olszanski no pretende convertir a Chicago en un personaje, sino más bien en un testigo. La ciudad que observa, resiste, respira, se descompone, se reinventa. Un territorio donde los relatos se cruzan con la biografía, el desarraigo, la identidad y lo cotidiano.
Como bien lo dice Olszanski en su prólogo, esta literatura no busca consenso estilístico ni unidad temática. Es una suerte de caleidoscopio migrante, lleno de acentos y texturas, de confesiones, crónicas, ficciones limítrofes, cuentos de barrio, y exploraciones poéticas. En esa polifonía reside su fuerza.
La ciudad como espejo roto
El texto de Claudia Cisneros Méndez abre la antología con una dualidad feroz: Chicago y Lima. La ciudad estadounidense, “despellejada, tormentosa, alborotada”, se le presenta como refugio y contradicción, mientras que Lima es herida y raíz, una herida que late. Cisneros escribe desde el exilio, pero con una honestidad que no perdona, ni a la ciudad que la acogió ni a la que la expulsó. El texto vibra entre el ensayo lírico y la denuncia social, y en él emerge una de las líneas más punzantes de toda la antología: “soporto sus malos olores, como se soportan los olores de las personas que quieres.”
Raúl Dorantes, en “Uno de Marlboro, muchachos”, construye una historia que entrelaza el pasado criminal de México con la precariedad laboral de un bartender en Chicago. Su texto es migración en carne viva, y logra un tono seco y elegante a la vez, con una narración que rebota entre la nostalgia, la violencia y la sobrevivencia.
Otros textos abordan la alienación urbana con originalidad. Fabio Andrés Duque, en “Tinnitus”, convierte el aeropuerto de O’Hare en una zona espectral donde se diluyen los límites del sueño, la soledad y el insomnio. Marco Escalante, con lucidez ensayística, disecciona el alma urbana del capitalismo: el “Black Friday” como ritual grotesco, el “busboy” como figura invisibilizada del engranaje restaurantero, el “studio apartment” como celda neoliberal.
Mitos, sombras y sobrevivencias
Algunos autores se aventuran en lo fantástico o lo mítico con solvencia. El boliviano Miguel Marzana nos ofrece en “What is within me is outside of me” una perturbadora expedición a los túneles subterráneos de Chicago, en busca de un espíritu lumínico potawatomi. El texto fusiona historia, leyenda urbana, horror y alucinación, dejando un eco espectral que acompaña hasta el final de la antología.
La hondureña Alma Isela García Soto aporta un cuento tierno y elegante sobre un niño con autismo que sueña con ser arquitecto. “Rascacielos” es de esos textos que funcionan por lo que insinúan más que por lo que declaran. Y en el otro extremo, Carolina Herrera entrega una sátira feroz a través de reseñas de Yelp transformadas en monólogos de una antivacunas trumpista en crisis. Humor, tragedia y crítica social se entrelazan con maestría.
Una lectura que no busca gustar, sino mostrar
Quizá lo más valioso de esta antología es su libertad. No hay pretensión de canon ni de academicismo. Cada autor escribe desde lo que sabe y desde lo que le duele. La calidad narrativa es diversa, como lo son también los enfoques, estilos y géneros. Eso no es un defecto, sino su mayor virtud. La antología no se propone brillar, sino sostener: ser hombros, ser andamio, ser refugio. Y en eso se convierte en un documento urgente y necesario.
No hay promesa de unidad. Hay, sí, una vocación de testimonio. Chicago se filtra en cada página como un ruido de fondo, un zumbido que puede ser tren, viento, grito o silencio. Un palimpsesto latino sobre una ciudad que muchas veces prefiere ignorar su riqueza en español.
Lo que se queda
“Subidos a los anchos hombros” no busca escribir la gran obra de la migración. Lo que propone, más bien, es algo más humilde y potente: reunir voces que cuentan desde la experiencia, desde el barrio, desde la cocina, desde la nostalgia, desde los túneles invisibles del desarraigo.
Una antología valiente y entrañable. Una carta coral escrita con acento, con furia y con amor.