New York

La vida papaya en Nueva York

Por Esteban Miranda   Las ciudades, cuando son la esfinge irresoluble, se tatúan en uno para jamás borrarse. Y uno, si se vuelve digno, no de descifrarlas, pues tal cosa es una quimera, sino de comprenderlas en su misterio, se puede tatuar en ellas. Entonces, es posible que fluir entre gigantes edificios, por calles atestadas de gente presurosa, signifique la epifanía de nuestros tiempos; la trascendencia terrenal que los ancestros intuían en medio de la indómita naturaleza, asentados en valles inconmensurables y resguardados en la profundidad de la selva, sospechando, tal vez, que algún día el residuo de sus visiones se apoderaría de sus hijos para escupirlos en metrópolis como

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Tus pequeñas huellas

Adelanto de la novela Tus pequeñas huellas, del autor Oswaldo Estrada Sabe que nada será igual después de verlo y tocarlo, que ha llegado para quedarse, aunque todos piensen lo contrario. En los pocos minutos que le quedan con él, Andrés lo arrulla sin ningún apuro, pasando el dedo índice por su frente y su nariz. Improvisando confidencias y encargos. Lo mide con la mano abierta y cerrada para no olvidar que así fue. Y lo besa despacio. En las mejillas, sobre los ojos cerrados. Tocando sus dedos finos, sus muñecas diminutas. Y sus pies. Lo había imaginado tantas veces. Antes de quedarse dormido, pensando que lo tenían acomodado entre

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La vida papaya en Nueva York

Por Esteban Miranda   Las ciudades, cuando son la esfinge irresoluble, se tatúan en uno para jamás borrarse. Y uno, si se vuelve digno, no de descifrarlas, pues tal cosa es una quimera, sino de comprenderlas en su misterio, se puede tatuar en ellas. Entonces, es posible que fluir entre gigantes edificios, por calles atestadas de gente presurosa, signifique la epifanía de nuestros tiempos; la trascendencia terrenal que los ancestros intuían en medio de la indómita naturaleza, asentados en valles inconmensurables y resguardados en la profundidad de la selva, sospechando, tal vez, que algún día el residuo de sus visiones se apoderaría de sus hijos para escupirlos en metrópolis como

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Tus pequeñas huellas

Adelanto de la novela Tus pequeñas huellas, del autor Oswaldo Estrada Sabe que nada será igual después de verlo y tocarlo, que ha llegado para quedarse, aunque todos piensen lo contrario. En los pocos minutos que le quedan con él, Andrés lo arrulla sin ningún apuro, pasando el dedo índice por su frente y su nariz. Improvisando confidencias y encargos. Lo mide con la mano abierta y cerrada para no olvidar que así fue. Y lo besa despacio. En las mejillas, sobre los ojos cerrados. Tocando sus dedos finos, sus muñecas diminutas. Y sus pies. Lo había imaginado tantas veces. Antes de quedarse dormido, pensando que lo tenían acomodado entre

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